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Sand Dreams

 

An intense and warm light bathes the landscapes photographed by Miguel Soler-Roig. The walls of a deep canyon in the Arizona desert are the inspiration for his lucid dreams. 


This visual spectacle is the result of a natural phenomenon called epigenesis, in which the course of a river builds sinuous chambers in the hard rock. Water and sand carve smooth, curved and erotic shapes that evoke human bodies and silhouettes.

 

The passage of time and the repeated assault of the elements on the rock create dreamlike landscapes where any story could appear. Soler-Roig has traveled to this place and stayed in absolute solitude. It was here, submerged in anxiety produced by the enclosed space and heat, that he remembered the lyrics of a song: 


I flew to places which the clouds never see,

Too close to the deserts of sand, 

Where a thousand mirages, the shepherds of lies 

Forced me to land and take a disguise.” 


As in the verses, the artist pursued chimeras in his own journey through these passageways. Perhaps, due to the soft settling of sand rain on his body. It’s bewitching to think of the sandman, a character from Celtic legends, spreading a light dust in his path to make him dream. 


"Wind was blowing, time stood still. Under a sand storm I just had to trust the imagination. Rely on the past, in those special moments that last. Waiting for the sunset I couldn’t look into the sun. Hungry for life and thirsty for the distant river."

Sueños de Arena

Una luz intensa y cálida baña los paisajes fotografiados por Miguel Soler-Roig. Las paredes de un profundo cañón situado en un desierto de Arizona se convierten en protagonistas e inspiran los sueños más lúcidos.

 

El espectáculo visual es fruto de un fenómeno natural llamado epigénesis en el cual el curso de un río, entalla un túnel en la roca dura. El agua y la arena son los encargados de modelar unas formas suaves, curvilíneas y erotizantes que evocan cuerpos y perfiles humanos.

 

El paso del tiempo y la acción perseverante de estos elementos sobre las rocas generan paisajes de ensueño donde cualquier ficción podría habitar. Soler-Roig ha viajado a este lugar y penetrado en él en su más absoluta soledad. Allí fue dónde, sumergido en el agobio que supone el calor y el encerramiento, recordó aquella canción que decía:

 

“Volé a lugares que nunca ven las nubes,

Demasiado cerca de los desiertos de arena,

Dónde mil espejismos, pastores de las mentiras,

Me obligaron a aterrizar y a enmascararme.”

 

Como en los versos, el artista también experimentó quimeras en su recorrido por el pasadizo. Quizá se debió a la lluvia de arena que caía tímidamente. Es bello pensar que fue el hombre de arena, procedente de las leyendas celtas, el que esparció un sutil polvo en su camino y le hizo soñar.

 

"Soplando el viento, el tiempo se detuvo. Bajo la tormenta de arena solo debía confiar en la imaginación y en esos momentos que perduran del pasado. Esperando el atardecer no pude mirar hacia el sol, con hambre de vida y sed de un rio distante"

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