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Life’s but a dream, more surreal than reality

This series is inspired in Antonio Gaudi’s Modernism and Salvador Dali’s Surrealism and celebrates the centennial anniversary of the beginnings of Surrealism in 1916. In this photographic work, avant-garde styles interrelate and enhance each other, acquiring new meanings through a personal reconverted imaginary. 

The title "Life’s but a dream, more surreal than reality" refers to this connection in a subtle and ingenious way. On the one hand it refers to the statement of Salvador Dali himself: "There is nothing more surreal than reality" and on the other, calls for the symbolic explanation that the philosopher Josep Maria Carandell offers on one of Gaudi’s most famous works: La Pedrera. According to the writer, the roof of Casa Mila is based on religious, cosmogony and literary concepts; identifying with a dramatization of the origin of life and family. According to this hypothesis, the theatrical character of the terrace would have its origins in the theatrical play "Life is a Dream" by Pedro Calderon de la Barca in which Sigismund corresponds to the "warrior son”, the good and heroic protagonist of the play cited. 

Salvador Dali was a great admirer of this terrace, where he was photographed in 1951, in its surreal scenery, halfway between abstraction and figuration. Shapes of figures with organic undulations, similar to a set of overlapping masks or to a Mobius strip, are the ideal setting to photograph the beauty of the female body. The black and white photographs taken in La Pedrera show architectural forms in harmony with the feminine curves, in a sort of sculptural communion. The plasticity of the lines of both corporalities plunges us into an atmosphere of delicacy and flexibility where everything flows. 

Women with the most characteristic dalinian elements are reinterpreted in these photographs by Miguel Soler-Roig in a unique way. The scenarios where these photographs have been taken also provide content and symbolic meaning to each image. The result is a series of puzzling photographs that transport the viewer to a magical place in which he will long remain.

La vida no es más que un sueño, tan surreal como la realidad

La serie está inspirada en el Modernismo de Gaudí y el Surrealismo de Dalí, siendo motivo de homenaje, la celebración del centenario de los inicios del surrealismo en 1916. En el trabajo fotográfico los movimientos de vanguardia se interrelacionan y potencian adquiriendo nuevos significados mediante un imaginario reconvertido muy personal.

 

El título “La vida no es más que un sueño, surreal como la realidad” hace referencia a esta conexión de una manera sutil e ingeniosa. Por un lado se alude a la afirmación del propio Salvador Dalí: “Nada hay más surreal que la realidad” y por otro, apela a la explicación simbólica que el filósofo Josep María Carandell ofrece sobre una de las obras más famosas de Gaudí: La Pedrera. Según el escritor, la azotea de la Casa Milá está basada en conceptos religiosos, cosmogónicos y literarios; identificándose con una escenificación del origen de la vida y la familia. Según esta hipótesis, el carácter teatral de su terraza estaría originada por la obra dramática “La vida es sueño” de Pedro Calderón de la Barca, en la que Segismundo se corresponde con el «hijo guerrero», el bueno y heroico, protagonista de la obra citada.

 

Salvador Dalí era un gran admirador del edificio, donde se fotografió en 1951. Y no es para menos, su apariencia, a medio camino entre la abstracción y la figuración, tiene mucho de surrealista. Las chimeneas de ondulaciones orgánicas, similares a un conjunto de máscaras superpuestas o bien a varias cintas de Moebius, constituyen el escenario idóneo para fotografiar la belleza del cuerpo de la mujer. En las fotografías en blanco y negro tomadas en La Pedrera, las formas arquitectónicas armonizan con las curvas femeninas en una suerte de comunión escultural. La plasticidad de las líneas de ambas corporalidades nos sumerge en una atmósfera de delicadeza y flexibilidad donde todo fluye.

Las mujeres aquí representadas, así como los elementos más característicos de Dalí, se reinterpretan de una manera única en las fotografías de Miguel Soler-Roig. Los escenarios donde han sido realizadas las tomas aportan asimismo contenido y carga simbólica a cada imagen. El resultado son fotografías enigmáticas e inquietantes que trasladan al espectador a un lugar mágico en el que ansiará permanecer.

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